LA FUNCIÓN POSITIVA DE LA ANSIEDAD Y EL ESTRÉS

La ansiedad es una sensación de inquietud que nos atraviesa de pies a cabeza y que tiene infinidad de niveles de intensidad. La ansiedad es una reacción ante la interpretación de los hechos de los que somos testigos. No es lo que sucede afuera sino la forma en que dejamos que lo de afuera nos afecte lo que dispara los distintos grados de ansiedad. Pero tampoco tiene que ver con lo de adentro de nuestro ser. Nosotros somos una fuente continua de ansiedad: Nuestra forma de pensar, los filtros que usamos para defendernos de las amenazas, los residuos de aprendizaje que hemos acumulado de la educación de nuestros padres y personas de referencia, la forma como aprendimos a querer o mejor aún, la forma como aprendimos a imitar las formas de querer, nuestras expectativas sobre cómo debería ser el presente, de lo que quisiéramos que fuera el futuro y de cómo filtramos las influencias del pasado, son sólo algunos de los aspectos que están "dentro" de nosotros y que son fuentes potenciales de ansiedad.

Así que es una respuesta habitual, propia de los seres vivos(no sólo de los humanos) y causa lo que se ha denominado estrés. Tiene innumerables funciones, y aunque la mayoría de las ocasiones son sensaciones molestas, también cumple con una función positiva básica que es ponernos en "estado de alerta". Este estado de alerta pone en funcionamiento todo nuestro organismo ante la expectativa de que algo está sucediendo o va suceder. De igual forma nos pone en alerta sobre las amenazas que vienen de nuestro pasado y las experiencias que hemos vivido.

Pero la ansiedad, sobretodo en el ámbito psicológico y popular ha ido ganado una fama de reacción negativa, que muchas personas han empezado incluso a sentirse ansiosas ante la posibilidad de sentir ansiedad. Éste es uno de los mecanismos más recurrentes en las personas que dicen sufrir ansiedad y es que "se ponen ansiosas ante la posibilidad de tener un ataque de ansiedad". Así que una de las características de este tipo de reacción es que se alimenta a sí misma.

Visto desde otra perspectiva, la ansiedad se alimenta también de las formas equivocadas en que pensamos y actuamos acerca de ellas. Todos hemos sentido un cierto temor ante lo desconocido, lo inesperado, lo amenazante, lo violento, pero cuando estamos ante situaciones de este tipo y nuestro pensamiento se bloquea o no encuentra la respuesta "adecuada" se establece una memoria para un próximo evento. El próximo evento aparece y tenemos la misma reacción de parálisis, de no saber qué hacer o en definitiva de no manejar bien la situación. Con este nuevo evento mal manejado ya hemos configurado una respuesta equivocada que en personas más "sensibles" formará el pensamiento "no soy capaz de manejar estas situaciones" y una vez que éste pensamiento se ha hecho una "realidad" va a afectar a las potenciales situaciones donde lo inesperado, lo desconocido, lo amenazante o lo violento aparecen: "No me monto a la montaña rusa porque..." "No hablo en público porque..." "No expreso lo que siento porque..." "No me arriesgo a hacer ciertas cosas, porque...". Si se dan cuenta la reacción habitual que se configura ante esta manera equivocada de enfrentar las situaciones potencialmente ansiógenas es la evitación. Y entre más evito, más quiero evitar. Si la evitación me permite mantenerme alejado de ciertas situaciones peligrosas, evitar más, me "protegerá aún más". Y así se crean las fobias, que son casos extremos de un temor que en un primer momento pudo haber sido un simple miedo o una reacción ansiosa ante una determinada situación. Así una persona con miedo a la montaña rusa puede terminar teniendo miedo o por lo menos evitando ir tan siquiera al parque de atracciones.

En su momento la ansiedad cumplió con su función positiva pero se transformó en un problema por no haber sido enfrentado(el suceso) o la reacción(la ansiedad) de la manera adecuada.

EL FAMOSO ESTRÉS

Por su parte el famoso estrés viene de la mano de la ansiedad. El estrés es esa sensación de cansancio y agotamiento físico y mental que nos provoca el ritmo de la vida moderna o la ansiedad ante situaciones que no sabemos manejar o controlar. Los especialistas dicen que un cierto nivel de estrés nos mantiene alerta, pero que efectivamente pasado un cierto límite, éste ya no es tan positivo porque empieza a afectar nuestro bienestar hasta tal punto que hoy en día es una de las causas laborales más comunes en los países desarrollados y en las urbes de los países en vía de desarrollo. El estrés es una reacción que atraviesa todo el organismo e involucra las dimensiones sociales, psicológica, biológica y espiritual de las personas y en sus casos más extremos puede llevar a la muerte. Son bastante conocidos los televisados casos de las personas que sufren un infarto por el nivel de estrés acumulado que se colma por una "última" gran noticia negativa.

Tanto el estrés como la ansiedad pueden ser devueltos a sus estados de aportaciones positivas para el ser humano, pero cuando sentimos que no somos capaces por nuestros propios medios es el momento de consultar. Con un poco de pericia por parte del profesional y de compromiso por parte de la persona que lo padece los niveles de estrés y de ansiedad se pueden disminuir de manera ostensible. Hay técnicas, estrategias y procedimientos que han mostrado sus bondades y que a unas personas les vienen bien y a otras no, pero siempre es posible plantear un tratamiento "a medida" para cada persona.